miércoles, 12 de mayo de 2010

Cuando Decepcionamos al Destino

Durante mas de una decada soñamos con un futuro tecnológico, dinámico y esperanzador. Estando a la vuelta de 2011, no hemos llegado a Saturno. Vamos, no podemos superar el cólera en todo el mundo.

Escribo el inicio de este post desde un iPod touch. No considero que sea el medio mas cómodo para hacerlo, pero cumple la función de manera decente. No usaré una nota de voz porque mis dedos no escriben a la velocidad del dictado, por lento que sea. Podría considerarse que he superado la tradicional libreta de apuntes por algo mucho mas sofisticado. Y, sin embargo, siento que solo es un pequeño paso dentro de la concepción tecnológica que la humanidad tenía de si misma hace un par de años. Es cierto que tenemos computadoras e Internet, pero el glorioso y futurista presente que queríamos hace 10 años no ha llegado, y no planea llegar.

Cuando escribo estas palabras, pienso en dos temas en particular: la exploración del espacio y el cambio climático. Hablar del primero me parece muy relevante, porque hoy en día no estamos muy lejos de 1970. En ese momento, el reto significaba desarrollar el motor para salir de la atmósfera, las especificaciones de los vehículos, los trajes para mantener seres humanos vivos, las trayectorias de entrada y salida de la tierra, los medios de comunicación, etc. El punto es, había que partir desde cero para salir de la tierra y alcanzar la luna.

Hoy en dia, El actual presidente de los Estados Unidos propone un plan para alcanzar nuevamente la Luna, como si tantos años de investigación hubieran sido desechados. El caso de Marte es mucho peor, ya que tenemos la idea de reciclar vehículos, tecnologías y recursos de hace 40 años para visitar el planeta rojo. Colonizar es algo mucho mas lejano. El sueño de alcanzar las lunas de Júpiter y Saturno queda en el aire, pospuestos para muchos años adelante en el futuro.

El cambio climático es el fenomeno que nos permite comprender mejor las prioridades del mundo en el que vivimos. Enfrentamos un problema provocado por nosotros mismos, por alterar los ciclos naturales de la tierra. Lejos de querer entender sus causas, me gustaría analizar la forma en la que lo enfrentamos. Primero: la causa principal de emisiones de ese gas son los automóviles. Lejos de reemplazar la tecnología actual (que tiene mas de 100 años) nos limitamos a introducir innovaciones muy pequeñas y a mantenerlos por criterios políticos (sindicatos, apoyo “popular”, etc). El presidente de los Estados Unidos se había comprometido fuertemente a emprender acciones contra el cambio climático durante su campaña. Una vez asumiendo el poder, rescató a General Motors de la ruina financiera, apoyando su tecnología obsoleta y abusiva contra el medio ambiente. Apoyo a una empresa que gasto mas dinero en negociar tratados de libre comercio que le permitiera producir en países con mano de obra barata vez de diseñar un nuevo motor. El caso es demasiado especifico, pero ilustra las prioridades de los países: no importa lo que pase ni los errores que esta persona haya cometido. Cuando se pueda obtener un beneficio, es mejor apoyar.

Hoy en día, parece que el mundo no va a algún lado. Se encuentra flotando a la deriva, movido por intereses ridículos y perspectivas miopes sobre la realidad. Quizá tenían el mismo problema en 1970, y no lo documento porque no he investigado lo suficiente. Después de todo, la exploración de espacio partió de una carrera armamentista entre las dos grandes potencias de la guerra fría. Cuando los ídolos de barro se derrumbaron, volver al espacio se convirtió en una tarea innecesaria, y consumidora de recursos. Ya no hay grandes enemigos, por lo que no hay campañas para hacerles frente. Todo es una cuestión de un pequeño cálculo de seguidores y aplastados. Quizá, en ese momento, el mundo tenía la responsabilidad de ir al espacio, porque a alguien se le ocurrió que seria buena idea. Hoy, eso ha quedado atrás y el mundo vuelve a buscar esos motivos que le permitan seguir avanzando, en la cabeza de un loco de por ahí.

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