lunes, 2 de marzo de 2009

¿Quién Merece Morir?

Cuando un país está en guerra, ¿quién merece morir y quién sobrevivir? ¿Dónde se encuentra el límite entre los que tendrán una vida larga, y aquellos que no pasarán del siguiente día? Esto es algo con lo que quiero empezar este post, para analizar brevemente las “muertes civiles” de la crisis económica que viene o que ya existe. Y me refiero a muertes civiles porque pienso que existe una dualidad muy interesante entre la guerra y la crisis económica. Finalmente, han sido primas hermanas un par de veces en la historia. Son concepciones totalmente humanas, pero que adquieren una forma que toma cierto comportamiento orgánico. Y, se vuelven máquinas de destrucción difíciles de controlar.

Entiendo que comparar a una guerra con una crisis económica es realizar una analogía reduccionista. Finalmente, los incentivos que existen dentro de cada una son diferentes. La visión de los tomadores de decisiones son diametralmente opuestas y las consecuencias de la guerra son mucho mas severas. La crisis económica se mueve dentro de un mundo etéreo y difícil de evaluar. La guerra deja una huella de destrucción a su paso.

La guerra genera víctimas sin correlación alguna con el conflicto. CUando un país invade otro, existen ciertas muertes que podríamos pensar que son inevitables (tropas muertas o incapacitadas) y evitables (civiles). Pero, el simple hecho de activar la maquinaria, generará muertos en todos los niveles, para todos los ejércitos y todos los pueblos. La pregunta es: ¿quién merece morir? Los enfrentamientos ocasionarán bajas a cada bando, dentro de “niveles razonables” en un principio. Cuando el ritmo de bajas se sale de control, los tomadores de decisiones, que en este caso son los comandantes, enfrentarán fuerzas mucho más grandes de lo que habían planeado. Todo esto es efecto de una orden humana.

La crisis económica genera víctimas de la misma forma. La crisis económica se desata en base a una acción humana, que podría parecer perfectamente identificable. Muchas personas empiezan a perder sus empleos y empresas empiezan a cerrar, como daño colateral a la situación económica. Sin motivo alguno, una firma totalmente sana puede ir a la bancarrota por una súbita caída en sus ventas. La crisis adquiere una dinámica propia, casi orgánica. Algo que empieza como una “limpieza”, termina con eliminar toda clase de empresas y empleos.

En concreto, creo que son análogas por lo siguiente:

  • · Ambas empiezan como parte de una acción humana, ya sea voluntaria o accidental.
  • · Ambas desarrollan un ritmo propio, casi orgánico, aunque dependen de una lógica humana para operar.
  • · Ambas provocan la destrucción de empresas (valor) o de civiles (vidas). Sin embargo, no discriminan sobre quien recibe el daño colateral.
  • · Aunque existe un efecto de “limpieza” al principio (mueren los necesarios), cualquier incremento en su fuerza sería devastadora para todo lo que se encuentre a su paso.

Finalmente, dejo una reflexión extraña. Las empresas son entidades económicas que dependen directamente de la acción humana. Los libros no defraudan, y las computadoras no estafan por si solas. Necesitan de alguien que esté detrás para convertir ese instrumento en dinero y viceversa, justo como cualquier arma de fuego. ¿Cómo, o, por qué un libro y una computadora tiene la culpa de una crisis económica? Juzgar a la crisis como algo etéreo, producto de una especie de maldición mágica desatada por una computadora en Nueva York, es un concepto muy infantil. Igual que en la guerra, hay nombres y apellidos detrás de cada plan, de cada acción militar o económica.

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