lunes, 8 de junio de 2009

Un poco de Idiología

Cuando tienes el cerebro quemado como yo en este momento, lo mejor es buscar aquellos que dicen cosas mas inteligentes que tú y darles un espacio. En este momento, pongo algo de alguien que maneja el humor negro mucho mejor que yo, haciéndolo algo mas que una rutina de chistes que degeneran en algún tipo de insulto. Damas y caballeros, con ustedes: Xavier Velasco.

Un poco de idiología

Poseer una facultad tan intrincada como la inteligencia es correr siempre el riesgo de perderla.

  • 2009-06-06

Hay cuando menos dos clases de idiota: el que es y el que está. En términos prosaicos, quien así ha sido siempre y quien así se pone. Hay por tanto un trasfondo abusivo en la expresión, que en tiempos ciertamente menos piadosos se empleaba para designar a aquellos cuyo cociente intelectual estaba por debajo del veinte. De ahí al cincuenta entraban los imbéciles, y más arriba, hasta llegar a ochenta, ubicábase a los morones. Como nadie pendientes de esta clasificación, los nazis iniciaron el holocausto con la eliminación sistemática de los débiles mentales, en las primeras cámaras de gas. Ahora bien, ¿qué clase de idiotez colectiva permite una barbarie de esos alcances? He ahí el punto: la idiotez adquirida, incubada, mimada, cosechada, es infinitamente más temible que la innata. No tiene alas, pero sabe arrastrarse. Peor todavía, sabe disimularse, aunque hay quienes afirman que se la reconoce por sus juicios sin ingenio.

Ciertas buenas conciencias temen como a la peste que sus queridos críos tan inteligentes se contaminen por la cercanía de un débil mental, cuando la única idiotez peligrosa es la que por lo visto abunda en casa. Esa monomanía que nace del complejo y la frustración, comúnmente impermeable a cualquier razonamiento que no sirva para legitimarla. La idiotez funcional del cuentachiles cósmico habituado a dejar ir los pesos por aferrarse a los puros centavos. La idiotez envidiosa viva en los ojos ácidos del eterno revanchista. La idiotez del cobarde: traidor futuro. La idiotez proverbial del villano risueño. La idiotez ideológica. La idiotez palurda. La idiotez beata. La idiotez contagiosa. La idiotez cosmética. La idiotez romántica. La idiotez carismática. No le tememos por su incapacidad, sino porque ya intuimos que es capaz de todo con tal de preservarse.

Poseer una facultad tan intrincada como la inteligencia es correr siempre el riesgo de perderla. No es, pues, exagerado afirmar que la humana es una especie de idiotas potenciales. Valdría la pena escribir un Elogio de la idiotez si ésta no fuese ya tan aplaudida. Cualquiera de nosotros puede incluso citar decenas de lugares donde piensa que está entronizada, pues al fin todos somos idiotas según alguien. Tal vez la inteligencia no sea sino un recurso extremo del sensato temor a la propia idiotez.

Xavier Velasco

Fuente: Laberinto, Milenio.com

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