martes, 8 de diciembre de 2009

Esperando en Fila

Hace un par de días, un compañero indignado puso una declaración en Twitter que quisiera destacar. Su ira se derivo de la estúpida declaración hecha por un payaso religioso (cuyo nombre investigaré) siguiente: "los homosexuales no van al cielo". Mi amigo se dio a la tarea de dar una respuesta, apelando al mas elemental y humanista sentido común. Dentro de sus argumentos, invitaba a todos los lectores a que adorásemos las creaciones de Dios por igual y que no discriminásemos envueltos en íras estúpidas o fundamentalismos ridículos. Por otro lado, yo pensaba si a Dios realmente le importan todas las tonterías que dicen/comentan/ piden sus hijos. Finalmente, no es Carmen Salinas para estar comentando todo lo que nos pasa o decimos.

Mi pregunta es: ¿acaso a Dios le importan las cosas que hacemos o decimos? Asumiendo que es omnipresente y omnipotente, ¿por qué tendría que detenerse en las acciones de uno de nosotros? Sin ofender, hay otros 5,999 millones que también esperan una respuesta de su parte. Aunque habláramos solo de católicos, examinaríamos una lista de varios cientos de millones. ¿Por qué somos prioridad para él? ¿Qué nos hace tan especiales? ¿Por qué tenemos calidad moral para pedir, si la lista de mejores y peores mucho muy grande? sin importar lo severo de mi enfermedad, lo grave de mi falta o lo complejo de mi petición, existen michas otras personas con asuntos tanto o mas complejos a los míos (así como existen problemas mucho menos importantes).

Supongamos que decidimos ordenar todos los asuntos. La pregunta que inmediatamente surge es: ¿quién va primero? Mi asunto, por importante que lo considere, no lo es para otra persona. Entonces, me meto en el problema de quien merece ir antes que quien. En este caso, dios se lleva a la espalda tal numerito, con todo lo que ello conlleva. Por ejemplo: ¿qué hace mas importante que yo quiera comprar una computadora a que una persona encuentre empleo u otra reciba un transplante de riñón? Para mi, loas importante es ése bien de consumo, pero no para las otras dos personas. Ahora saquemos mis impulsos consumistas y dejemos a dos personas esperando un transplante (no hablo de que sólo es posible salvar la vida de una persona; me limito a decir que los dos lo necesitan y se encuentran suficientemente separados para que el transplante de uno no afecta al otro). ¿Quién lo merece mas? ¿por qué esa persona lo merece, si Dios es omnipotente y puede ayudar a los dos? ¿Quién debe recibirlo antes y quién después? ¿Cómo ordena Dios estas cosas? Y, asumiendo que existe un orden, ¿por qué parece aleatorio? Puede recibirlo alguien que no estaba tan enfermo, así como una persona en etapa terminal. No hay una regla fija para saber si alguien lo recibirá o no. Igual pasa con los deseos, ya que Dios no esta obligado a complacer todo lo que pedimos. Pero, al mismo tiempo, tampoco lo esta a darnos lo que realmente necesitamos. Es una cuestión de suerte.

Quizá, en su defensa, podría decir que hay cosas mas importantes que debe atender. Finalmente, hablamos de un Dios omnipresente y omnipotente. Debe tener cosas mas importantes que hacer (fuera de mi computadora). Pero, me surge la inquietud de preguntar que tanto mas importantes son esos asuntos. No vaya a ser que, como es infinitamente poderoso haya creado una infinidad de asuntos por resolver, por lo que esperar que se resuelva nuestro problema seria cosa de que nuestra petición se traspapelara en su gigantesca lista de pendientes y fuera aprobada sin revisión minuciosa, haciendo del cielo una horrenda oficina burocrática.


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