jueves, 11 de febrero de 2010

¿Dónde estaba Dios en Haití? (parte 1)

Ahora que la noticia del temblor en Haití ha perdido su protagonismo y se ha vuelto un tema de mediano plazo (reconstrucción, estabilidad, economía, etc) decido poner en la mesa una de esas cuestiones filosóficas que caracterizan a este blog. Me refiero a una frase que tope en el portal de un noticiero y quiero compartir: ¿dónde estaba Dios cuando tembló en Haití? ¿Por qué permitió una tragedia de tal magnitud? Asumiendo que no existen buenos y malos en esta historia, ¿qué error o delito cometió este pueblo para deber enfrentar tal tragedia? Finalmente, ¿que hizo Dios para ayudar a ese pueblo?

Tratare de responder cada una de las interrogantes que he planteado, de acuerdo a como se actualice este post. Por el momento, empezaré con la segunda pregunta. La primera, quizá la mas importante, la responderé al final.

En el caso de la segunda pregunta, es una de esas cosas que no sabría como responder. Si asumo que las cosas pasan simplemente por la voluntad de Dios, terminare diciendo que no tiene criterio. Por ejemplo, mucha gente murió aplastada en el su suceso. ¿Por qué debían morir? ¿Había formas de salvarse? ¿Quién lo merece y quién no? Sobrevivir en los escombros puede entenderse como un milagro, pero es solo una casualidad si lo analizamos con cuidado. Pongamos un ejemplo: por una turbulencia un avión con 100 pasajeros es derribado. Mueren 89. Un creyente puede entender eso como "un milagro" ya que los sobrevivientes superaron un desastre. Pero el hecho es que el desastre no fue tan intenso para matar a todos. Cuando se estrello el concorde en Europa, era una garantía que nadie iba a sobrevivir, porque es un avión que viaja mas rápido que una bala. De igual forma, cuando ocurre en el océano. Es imposible que el milagro ocurra por la complejidad del evento. Entonces, regresando al terremoto, ¿quién sobrevive y quién no? Pues , el afortunado que se encerró en un closet, se puso debajo de una mesa, o le toco una bolsa de aire. O, en fríos números, era mas fácil correr a la ventana que rezar. Las obviedades me apoyan: enfermos, discapacitados, parapléjicos, son mas propensos. El tipo que salió a tomar aire se salvo. No hay magia, solo son coincidencias. Decir que Dios escogió al tipo que salió a checar su correo es una exageración.

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