lunes, 25 de enero de 2010

¿Dónde estaba Dios en Haití?

Esta pregunta de la teodicea, de la teología fundada en principios de la razón, movió entonces a todos los grandes pensadores de Europa y fue abordada en una miríada de ensayos, poemas y sermones.

Hamburgo.- El literato alemán Johann Wolfgang von Goethe perdió a los seis años la fe en el Dios cristiano. La razón fue el terremoto que se cobró la vida de miles de personas en Lisboa el 1 de noviembre de 1755. ¿Si Dios es todopoderoso y bondadoso, por qué no creó un mundo sin terremotos y víctimas inocentes?

Esta pregunta de la teodicea, de la teología fundada en principios de la razón, movió entonces a todos los grandes pensadores de Europa y fue abordada en una miríada de ensayos, poemas y sermones.

255 años más tarde tiembla la tierra en Haití y vuelven a morir miles de seres humanos, más de 112.000. Pero la cuestión de cómo Dios pudo permitir tanto sufrimiento casi no se escucha. También las iglesias tienen dificultades en estos días con esta pregunta y más aún con una respuesta.
En la tradición filosófica, los terremotos son considerados un "mal natural" ("malum physicum") a diferencia del "mal moral" ("malum morale"), que se basa en la maldad de las personas.
La teología no tiene grandes problemas con éste último ya que Dios le dio la libertad al hombre de obrar bien o mal. Incluso cuando los seres humanos torturaron hasta la muerte a su propio hijo, Dios no intervino sino que toleró las consecuencias de la libertad humana.

"Dios mío, ¿por qué me has abandonado?", es la pregunta de Jesús en la cruz. De acuerdo con la fe cristiana, Dios se acerca a las víctimas de la historia al sufrir en propia carne el dolor y la muerte en la cruz.

Sin embargo, con ello no queda respondida la cuestión de la teodicea. Y menos aún cuando en el caso de un terremoto no hay nadie a quien responsabilizar. ¿O sí?

Algunos culpan a los dictadores de Haití; los responsabilizan por la deficiente infraestructura del país y por ello de las consecuencias catastróficas del sismo.

Para un conocido pastor protestante alemán, la culpa no es de Dios sino de los humanos.
"No Dios, sino nosotros, los seres humanos, le dimos la espalda a Haití. No quisimos saber de su miseria. Y eso antes del terremoto", dijo Gereon Alter en la tradicional homilía de los sábados de la primera cadena de tv pública.

Dios, por el contrario, se dirige a los haitianos a través de aquellas personas "que no cierran los ojos sino que ven la miseria y ayudan en la práctica", destacó el teólogo germano.

De esta forma, Dios queda bien parado. Los seres humanos son los responsables de la miseria y Él de la salvación y la ayuda. Pero no todos se dan por satisfechos con esta explicación. Ya en el Antiguo Testamento, el profeta Hiob elevó sus quejas a Dios por haberle quitado todo lo que hacía su vida llevadera.

"La ayuda eficaz, la solidaridad, también el lamento pueden ser una forma de oración, un intento de respuesta. Pero en este último ni la filosofía ni la teología pueden arrancar la espina al enigma del mal y la desgracia en el mundo", dijo el cardenal alemán Karl Lehmann tras el devastador tsunami en el sur de Asia hace cinco años.

También lo vio así el teólogo católico Romano Guardini. Poco antes de morir en 1968 en Munich, Guardini confesó a un amigo que en el Juicio Final y iba a exigirle a Dios una respuesta a una pregunta: ¿Por qué, Dios, estos espantosos rodeos, el sufrimiento de los inocentes, para llegar a la salvación?"

DPA

1 comentario:

Salud y Vida dijo...

Tratar de racionalizar el poder de Dios o humanizarlo es el gran error de la humanidad, simplemente no somos iguales. No todo tiene que tener respuesta, pero es un hecho de que todo acto tiene un motivo, un fin mayor que no vemos y decirte por qué motivo existe el mal o la miseria sería un acto de soberbia pues no lo sé y nadie lo sabrá.