miércoles, 20 de mayo de 2009

Mi Pequeño Mundo

Si el día de mañana me suicidara, tendría que enfrentar el proceso siguiente:

  1. Mis familiares organizarían mi funeral, incurriendo en todos los costos económicos que eso significa. Podrían solventarlo con algún seguro, pero eso no tendría impacto sobre el producto final.
  2. Se me velaría recordando las tonterías que hice, y reflexionando sobre lo valiosa que era mi vida. En ese sentido, mi desaparición ocasionaría “un gran vacío” en la mente de aquellos que conocía, dependiendo de lo estrecha que la amistad fuese.
  3. Mis conocidos analizarían mis motivos para tomar esa decisión, valorando desde su perspectiva las alternativas “correctas” que debí tomar en cuenta antes de considerar a la muerte como la mejor salida.
  4. Después de un tiempo, se me idealizaría. Aquellas cosas buenas que tuve serían exaltadas como características únicas e invaluables en mi persona. Se me definiría como “único” en el mundo que me rodeaba.
  5. Una vez comprendida la tragedia, se recordarían algunas de mis actuaciones como ser humano, enfatizando los errores que tuve para contrarrestar aquello que me había convertido en un ser humano ejemplar.
  6. Finalmente, se me olvidaría. Me convertía en una especie de recuerdo sujeto a los sentimientos que tuviesen las personas que me recordaran. En varias ocasiones se me recordaría, haciendo a un lado los valores que me hacían único. Pero, quedaría solamente como un vago recuerdo al finalizar la sesión.

Por otro lado lado, imaginara que mi papel en este mundo es fundamental y que el mundo no podría existir sin mi presencia, estaría pecando de ególatra. Asumo que si no existiera, el mundo dejaría de rotar, la humanidad se volvería un caos y todo dejaría de existir al poco tiempo. Claro, pensando en que todo lo que he hecho juega un papel fundamental en el mundo, y que mi ausencia presenta un equilibrio en el mundo que conozco. Siempre y cuando (repito), pecara de ególatra.

El hecho es que mi presencia es irrelevante en la humanidad. Es cierto que existo, pero mi ausencia sería cubierta por cualquier otra persona. O, en términos mas metafísicos, mi presencia es totalmente prescindidle en este universo. Las actividades que hago podrían ser cubiertas fácilmente y los hechos provocados por las decisiones que tomo se realizarían de cualquier forma. Finalmente, trabajamos para una pasa etérea llamada “sociedad”. No es un cuerpo recto y definido que lloraría nuestra presencia.

Pongamos las cosas en perspectiva. Aunque es cierto que el mundo en el que nos desenvolvemos llegó a ese punto gracias a la participación que tenemos, también es necesario entender que existen fuerzas mucho más importantes que han empujado los hechos. En otras palabras, el pequeño universo al que pertenecemos tiene muchas mas piezas de las que pensamos, y nuestra pérdida se sentiría poco. Nuestro papel crea un efecto mariposa mucho mas pequeño, girando un par de cabezas únicamente.

Sería posible contradecir este punto de forma sencilla, impulsando el argumento con las vidas de seres humanos de gran peso como Napoleón Bonaparte o Adolf Hitler. SIn embargo, respondería que existen hechos controvertibles que permitieron a estos hombres lograr sus objetivos de conquista/dominación. Es cierto que Napoleón era un gran estratega, pero también es cierto que sólo una Europa unida pudo hacerle frente a su actuación. Todos los países necesitaron dejar atrás viejas riñas para detener al gran estratega que era el Cónsul/Emperador Galo. De igual forma, existía una sociedad alemana resentida con Europa, una crisis económica que sortear y un líder para restaurar Alemania. Al retirarlos de la historia, cambiarían parte de los hechos. Pero eso no eliminaría el resentimiento del pueblo alemán, la pésima organización de la corona española o las ambiciones de la corona inglesa. No sugiero que alguien tomaría ese papel. Pienso que el mundo llegaría al punto en el que está pero por otro camino. De igual forma, el mundo llegaría a donde esta, con o sin nosotros.

Como tal, el mundo permanecería en aquel equilibrio al que llegó cuando desaparecimos. Solamente que, nuestra existencia en ese universo sería producto de la imaginación de algún blogger o una cosa parecida. Finalmente, creemos que nuestro universo es único, diferente e irrepetible, cuando en cada vecindario se encuentran seres humanos equivalentes. El mundo es mucho más lineal y predecible de lo que pensamos. Sólo que no salimos de nuestro universo para conocerlo. Y no, no pienso suicidarme… por ahora.

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