lunes, 23 de febrero de 2009

Problemas en la Concepción

El día de hoy, el diario español El País publicó algo que creo vale la pena comentar. En el noticiero que escucho camino a mi trabajo, el titular comentaba la perspectiva que un profesor de bioética daba sobre la forma en la que el capitalismo evolucionará en los siguientes días (el tipo da clases en Princeton). Su punto es, en resumidas cuentas, que el mundo debe cambiar ahora que tenemos la crisis encima con una visión diferente a la que nos llevó a la catástrofe. En concreto, pone de ejemplo de marcas como Cartier que resienten los golpes de la recesión con mayor intensidad por la naturaleza de “lujo” que existe en sus productos. O, para entenderlo mejor, viene la cita:

Richemont, la empresa suiza de artículos de lujo propietaria de las marcas Cartier y Montblanc, ha dicho que está afrontando "las más duras condiciones del mercado desde su creación hace 20 años". Ahora bien, ¿se trata de un cambio duradero de valores o de una simple reducción temporal, impuesta a los consumidores por las pérdidas en las inversiones y una mayor incertidumbre económica?

El autor plantea que el mundo tiene ante sí una oportunidad de ser un poquito mejor y gastar menos estúpidamente, o gastar menos estúpidamente un rato y volver al apogeo del sentimiento. Incluso, habla de lo que Obama plantea en su populista discurso de toma de posesión la perspectiva que hoy en día se asemeja a una tendencia mundial, encabezada por paladines del sentido común como Nicolas Sarkozy:

En su discurso de toma del poder, Barack Obama, dijo: "Ha llegado el momento de dejar de lado las puerilidades" y optar, en cambio, por la noble idea de que "todos son iguales y libres y todos merecen la oportunidad de perseguir plenamente su aspiración a la felicidad". Sería excelente que la crisis financiera mundial restableciese una conciencia adecuada de lo que es importante.

Yo, en cambio, puedo decir que todo esto es una tontería desde el punto de vista del capitalismo. Y lo aseguro porque simplemente el capitalismo se basa en el dispendio, en el gasto estúpido e irracional y el manejo poco cuidadoso del dinero. Y aseguro esto, porque la forma en la que se mueven todas las industrias, no es un manejo basado en la utilidad social que tiene cada producto, en el valor intrínseco que aporta la compañía al mercado o por la mejora en la calidad de vida que aporta una empresa. Sorprendentemente, el capitalismo funciona en base a el negocio, la utilidad o el beneficio económico. Osea, no importa lo que vendas, con tal que lo vendas.

Pongamos como ejemplo la industria que usted guste. En ese caso, pondremos a los teléfonos celulares. Si usted ha leído este blog recientemente, se dará cuenta que compré un equipo nuevo, así que será el mejor ejemplo. Cuando usted compra un celular, se da cuenta que éste se encuentra equipado con toda clase de características que parecen maravillosas, pero son vagamente útiles, pobremente implementadas o simplemente torpes. Los celulares hoy en día cuentan con localizador GPS, el cual tiene tantos problemas que se vuelve inútil o parasitario. Tiene un radio FM, que generalmente esta acompañado por un receptor muy malo o un reproductor MP3, que depende de accesorios y me lleva al siguiente punto.

Si usted desea “equipar” su teléfono se dará cuenta que está “amarrado” a los caprichos de su marca de celular. La cubierta original se vende a un precio muy elevado, y la no original no le quedará razonablemente bien (asumiendo que sea de buena calidad). Una tarjeta de memoria varía si usa una tecnología propietaria (Memory Stick) o de consenso en la industria (SD), pero cada una tiene un precio diferente. Pasando a otras industrias, nos topamos con el gran negocio de los accesorios, de las refacciones y repuestos, que a su vez son unidades independientes o empresas que también participan en el mercado. Osea, actividad económica. Conforme se expande la línea de productos, se expanden las unidades de negocio. Los celulares ilustran perfectamente este concepto. Entonces, al eliminar el “dispendio”, eliminamos empresas que también participaban en la cadena, destruyendo riqueza y empleos. Osea, que necesitamos mercados que absorban toda la basura que genera, para que sigan existiendo. Si hacemos lo que hacen los franceses, tendremos recesión durante los próximos 50 años.

Llegar a esta especie de moderación significaría cerrar muchas empresas y esperar a que la población deje de crecer un par de años. Con una población mas pequeña y mas racional en sus actos garantizaremos la mejor colocación de los recursos, pero NO riqueza. La riqueza depende mucho de la masificación, de aprovechar los grandes volúmenes de producción para abatir costos (economías de escala) así como la venta en masa. El mercado norteamericano es “heroico” porque absorben celulares coreanos, chiles mexicanos, toallas nórdicas, maquinaria alemana, autos japoneses, etc. En otras palabras, porque absorbe toda esa basura. Si el consumidor norteamericano fuera cuidadoso, no compraría la mayor parte de los productos que ingresan a su país, y exportar a este destino sería mal negocio.

En otras palabras, lo que propone me parece una tontería, simple y sencillamente porque va en contra de la naturaleza misma del capitalismo. El chiste de es vender, sin importar que sea lo que vendas. La utilidad justifica lo que sea, aunque el producto se encargue de preparar el plomo para convertirlo en oro. Esta lleno de dispendios, es cierto. Pero los dispendios se traducen en actividad económica que genera riqueza.

Dejo una liga adicional que comentaré en otro momento. Habla de como Japón quedó destrozado por la década perdida, y como el mundo mas perfecto que imaginábamos (la economía DOS del MUNDO) se va por la borda. Igual que Estados Unidos, los consumidores dejaron de gastar por un problema de su sistema financiero en 1996. Hoy en día, siguen hundidos en el mismo problema, esperando a que las exportaciones ayuden a sus empresas a salir del bache.

No hay comentarios: